viernes, 11 de mayo de 2012



Pontificia Universidad Javeriana Cali
Asignatura de Comunicación y Sociedad
Artículo para “La Aguja Hipodérmica”

Si usamos el desodorante, conquistaremos más mujeres

¿Es usted una de esas personas que se considera impermeable a los medios masivos de comunicación? Si usted va en su carro por la ciudad y escucha en las noticias de su emisora favorita, que en la calle por la que usted transita roban en exceso, ¿Usted cierra la ventana y acelera el paso? Piense de nuevo entonces acerca de la primera pregunta, pues decisiones tan pequeñas como esta, son la más clara evidencia de que los medios nos modifican minuto a minuto, desde que empieza nuestro día, hasta que termina. 


No podemos decirnos mentiras, estamos en una época en la que los medios de comunicación nos dominan por completo. Vivamos donde vivamos, seamos quienes seamos, los medios de comunicación y sus mensajes, apropiados o no, nos perseguirán hasta el último rincón en el que intentemos escondernos.


Todas las personas aseguran sin temor a equivocarse, que no se dejan influenciar por los medios masivos de comunicación, creen firmemente que pueden decidir todo absolutamente por sí mismos, como personas capaces de tomar decisiones sin dejar que la sociedad de consumo decida por ellos, nada más erróneo. Pues todos estamos expuestos a los medios masivos de comunicación y desde que despertamos, estamos siendo bombardeados por sus mensajes, los cuales sin que nos demos cuenta, modifican nuestro diario vivir.

Para empezar a reflexionar al respecto, es necesario hacer una pausa en la cotidianidad, para  hacerse la famosa pregunta: ¿De qué somos audiencia? Seguramente la respuesta será una larga lista de cadenas de restaurantes, de programas y series de televisión, de películas, de distinguidas marcas de ropa, de relojes, y de los lugares que nos gusta frecuentar. ¿Todavía no entiende usted el experimento? Seguramente si usted es como yo, una más de esas personas que alguna vez aseguraron con firmeza, que los medios masivos de comunicación no permean nuestro comportamiento, nuestra manera de hablar o de actuar, le sorprendería lo que las teorías de la comunicación y la psicología podrían inferenciar acerca de usted, basándose en información tan simple y pobre como sus preferencias. La mayoría de personas se defienden del anterior supuesto, justificando que nuestra personalidad es la que determina que cosas nos gustan y como nos comportamos; pero lo cierto es que contrario a lo que la mayoría opina, nuestra manera de ser está determinada por nuestros gustos y preferencias, por los mensajes del mass media que dejamos hacer parte integral de nuestra personalidad, y que a largo plazo logran definirnos.


En la actualidad ya no resulta extraño que existan niños y adolescentes, los cuales son los más expuestos a los mensajes, muchas veces inadecuados, de la televisión o de otros medios masivos de comunicación, completamente modelados de acuerdo a lo que la televisión quiere hacer de ellos. Niños con sobrepeso y obesidad, niñas de tan sólo 15 años con anorexia y otros trastornos alimenticios, jóvenes que usan esteroides o modifican su dieta de manera extrema, para tener los músculos que en su programa favorito son el común denominador de cada personaje. Incluso hay quienes no creen la historia de Vaibhav Bedi, un joven de Nueva Delhi que no dudó en demandar a una filial de Unilever, cuando se percató de que al usar su producto estrella, el desodorante Axe, no conquistó a ninguna mujer de las que el comercial televisivo prometía.  


¿Todavía hay alguien que se atreva a pensar que los medios, en alguna parte de su vida, no lo influenciaron positiva o negativamente? Tenga cuidado si la “caja mágica” que lo hipnotiza todas las noches para ver el noticiero y dos o tres novelas de pésima calidad, es más importante para usted de lo que es capaz de aceptar. Cabe mencionar que no todas las personas responderán siempre de la misma manera a la manipulación de los medios, pues aspectos como la edad, el estado de ánimo, el nivel cultural o la educación pueden llegar a salvarlo de ser moldeado al gusto de la última serie de adolescentes hedonistas y plásticos que inexplicablemente nunca se despeinan.